Entrevista con Vümetro: "El trío es un mundo"


 

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Nos visitó Diego Rodríguez Mieres, contrabajista (eléctrico) de Vümetro, el trío que en 2017 editó Casas vacías, uno de los mejores discos del año. La banda está integrada también por el Murci Bouscayrol en guitarra y voz, y Andrés Conte Grand en batería. Dos bahienses y un uruguayo que están en la búsqueda de la distinción. Se escucha la preocupación por hacer de cada canción un micro mundo sonoro que se distinga de la anterior y de la próxima, y que a su vez haga al sonido total de la obra. 

Según nos contó Diego -que también ofició de productor artístico- es un disco compuesto y por lo tanto escrito en los primeros meses de 2017. "Me agarró y quise ser productor -nos dijo. Hago el managment de la banda un poco. Toda esa faceta se me da. Y había una visión estética del disco. Estábamos demasiado rockeros en lo que veníamos haciendo y entendí que nuestra música debía tomar otro rumbo, entonces la primera decisión que tomé como productor fue decir: 'Composiciones a partir de ahora en adelante'. Trazamos una línea y empezamos a traer material nuevo".

Será por eso el olor a país en caída libre que se respira en Casas vacías. "Alebrije habla de una desaparición y salió justo el mes en que sucedió lo de Santiago Maldonado", se sorprende. "Si bien es muy introspectivo y está marcado por un lineamiento actual, no queremos decir las cosas directamente".


Una de las canciones que más pasamos al aire en la segunda mitad de 2017 fue Una cosa que encontré en el laburo, una composición del Murci donde se repite y se repite una frase que remite al contexto: "Y vuelve a suceder". Si bien fue una canción compuesta con anterioridad (efectivamente encontrada entre las carpetas de músicas que compone para otros trabajos más ligados al cine o a la televisión), traerla a la actualidad fue un acierto: como si una voz lejana nos recordara la estupidez de dejar que la historia se repita.

En la conversación con Diego Rodríguez Mieres hablamos la dificultad de vivir de la música,. las bondades del trío, su amor a primera vista con el contrabajo eléctrico y ese ejercicio original que pusieron en práctica con Cantata de púentes amarillos.

La descargan ACÁ, la escuchan abajo.

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Vümetro toca el 3 de marzo en Landran Sancho. Comparten fecha junto a Césped.

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- Estamos en un momento en que el músico se convirtió en un gestor. ¿Como se lleva eso?

- Yo creo que el número ideal en la música es tres. Todo lleva mucho tiempo y mucho burocracia en el medio. Nosotros somos tres y dividimos bastante bien las tareas administrativas. Murci es el que lleva el papeleo, SADAIC; Conte la logística, la sala, movimientos, equipos; y yo la parte de producción con los lugares, con las bandas, con qué bandas tocamos.

- ¿La aspíración de máxima es vivir de la música?

- Uff, es difícil, pero siempre está la idea. Yo tengo la suerte de dedicarme a lo musical, el Murci también y el Conte también. Estamos el 100 por ciento de nuestro tiempo dedicados a algo que tiene que ver con la música: grabar, dar una clase, componer, atender una sala de ensayo. Eso está bueno porque no estoy 6 horas en una oficina. Y la producción musical es algo que se me viene dando cada vez más.

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El trío. "Lo que tiene de bueno un trío es que es difícil meterse en el instrumento del otro, porque no compartimos casi ni frecuencias. La batería nos abarca a todos, la guitarra va por un rango y el bajo por otro. Cada uno es amo y señor. El trío es un mundo".

Contrabajo eléctrico. "Lo ví, me enamoré y lo quise tener" (...) Sería casi como un fretless, pero el fretless no tiene la misma gordura. Porque el contrabajo eléctrico tiene la cuerda del contrabajo y tiene la escala del contrabajo. Hay algo en la escala que se más grande, la posición, viste que yo me engordo cuando lo toco. No tiene caja, pero tiene un micrófono que apenas tocás una cuerda te tira para atrás".

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