"Hay noches que duran años; noches que son las noches de la historia de un país" - Entrevista con Nadia Szchaniuk


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Programa N° 600. Hablamos con Nadia Szchaniuk, cantante y compositora salteña que vive en Buenos Aires desde ¡2001! y que acaba de editar Luna atrás, su segundo disco en formato trío junto a Bruno Moguilevsky en piano, rodhes y sintetizadores; y Alejandro Starosielsky en guitarras.

Nadia suele decir que el tránsito hacia este disco comenzó hace muchísimo tiempo cuando se encontró con una nana española. A partir de ahí empezó a parar la oreja cada vez que se cruzaba con una canción de cuna y fue haciendo, serenamente, un trabajo de recopliación. Es una búsqueda que no está excenta de malentendidos; el disco (lo vamos a decir por si hace falta) no es un compilado de canciones de cuna. Basta escucharlo y descubrirlo (es decir, correr el velo) para notar que hay mucho más que eso. Hay noche, sobre todo noche, y todo lo que esa palabra trae. 

"Este no es un disco de canciones de cuna a pesar de que arranca con las canciones de cuna (...) En el juego de meterme con esas canciones y ver qué había, me fui quedando con las canciones que hablaban sobre cosas que van mucho más allá de la temática de dormir un niño. Me interesaban mucho más las confesiones, las angustias, los relatos sobre la soledad y sobre la ausencia, las noches que pueden no ser solo el período donde no está el sol, sino que hay noches que duran años; hay noches que son las noches de la historia de un país también", nos explicó Nadia.

Inmersos en esas canciones, uno advierte un diálogo involuntario con La Madrugada, el disco de Luciana Jury también dedicado a la noche.

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La voz de Nadia es una voz educada. Se formó en coros y eso le abrió el camino hacia la música académica, el canto lírico o la música barroca. Pero eso se complementa con las guitarreadas que se hacían en su casa. Es decir que su técnica impecable está en diálogo permanente con lo que viene de la música popular y eso en su música se nota.

Presenta el disco el próximo jueves a las 21.00 hs en Hasta Trilce / Maza 177.


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Lo anónimo. "Por un lado lo anónimo tiene el valor del peso del tiempo. Leda Valladares dice que lo anónimo es lo que fue macerado por el pueblo. Y tiene el valor y el peso de lo que está mucho tiempo en remojo (...) En ese amor por lo anónimo soy una defensora también de lo que está nombrado, defiendo los autores porque todo lo que se nombra comienza a existir. Es el valor de lo anónimo pero no de lo que desaparece, sino al contrario: el valor de lo que está teñido por el peso de muchas personas, de una cultura, de una identidad y a la vez del individuo".

La identidad. "Uno está hecho de algo y hay que dejarlo aflorar, pero también uno va haciéndose. Entonces, uno tiene la posibilidad de hacer música que tal vez no estaba o que no sabía que iba a llegar a ese lugar. Por eso yo hago hincapié en que uno tiene que escuchar mucha música".

La tradición. "Yo soy una amante del folclore, de lo antiguo, pero me gusta una frase que dice: 'la tradición no es la veneración de las cenizas, sino la transmisión del fuego´. Pasar la antorcha, ¿no? (...) No podemos sostener una identidad si no miramos también para atrás".

El desafío de hacer Confesión del viento. "Me imaginé la escena del viento confesándose de noche. Al principio es un recitativo, casi lo que pasaba en el barroco cuando alguien contaba lo que iba a pasar. Es un poema que está musicalizado a favor del poema. A Bruno yo le dije: 'No toques la armonía, tocá un cluster con la métrica en que yo declamo'. Yo decidí una manera de declamación y él fue acomodando".

Develar. "Cuando tenemos la suerte de conectar con el material yo siento que develamos lo más importante que trae la canción y en ese develar la canción develamos algo propio".

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