"El acto de mirar también es un acto de mirarse" - Entrevista con Martín Farina por su película El hombre depaso piedra


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Programa N° 496. 17ma edición del BAFICI. Hablamos con Martín Farina, director de El hombre depaso piedra, una película documental que tiene como uno de sus protagonistas a Mariano Carranza, un hombre que vive en un racho en la localidad de Paso Piedra, provincia de Río Negro, hace ladrillos y entabla con Martín un vínculo en el que se juegan dos miradas del mundo bastante diferentes. La charla fue así.

- Yo hablaba de Mariano Carranza como uno de los protagonistas. El otro sos vos que ingresas en pantalla y de esa manera ingresa también una mirada cuestionadora. No intentás retratar al personaje que vive lejos de Bs As como algo pintoresco...

- Si, creo que viendo otras películas y pensando mi película en medio de otras tan distintas y tan interesantes, yo pensaba que mi aparición es lo que hace que el otro personaje aparezca. Me parece que hay un juego por el cual no sé si sería posible que aparezca alguien sin la presencia del otro.

- Hay algo que tratás de entender pero para entender lo cuestionás y eso no es tan habitual en este tipo de películas. La mayoría de las veces sucede más bien todo lo contrario: nos muestran el personaje y se cree que se lo entiende con solo posicionar la cámara, cosa que es posible pero que no rasca. Vos rascás ¿no? 

- A mí me parece que el cine es una herramienta de conocimiento, de descubrimiento del mundo. Y cuando vos estás mirando, el acto de mirar también es un acto de mirarse y ese tipo de reflexión puede hacerse de muchas maneras. Para descubrir un personaje está muy bien tenerlo en cuenta porque en definitiva el espectador va a recibir ese juego entre el que mira y el que es mirado.

- ¿Cómo llegás a Mariano Carranza, un hombre que vive muy lejos de donde vos vivís?

- Él vive en un lugar bastante desolado, en soledad, y nunca salió de ese lugar. Yo hace muchos años hice un trabajo institucional para la provincia de Río Negro donde tuve la posiblidad de conocer muchos lugares. Yo tenía la ambición de que ese trabajo sea una película pero bueno... (...) El límite de registro que me proponía el encargo del trabajo me motivó a hacer mi propio camino y mostrar las cosas que yo había visto. A partir de ese límite yo traté de buscar la manera de mostrar todo lo que había visto en este personaje que fue el que más me llamó la atención de todos los que conocí en ese viaje.

- ¿Qué lo diferenciaba de otros?

- ¿Viste esas personas que cuando las conocés tienen una serie de características contradictorias y conflictivas? Quizás eran conflictivas para mi mirada y convivían en un mismo personaje y en un espacio que parecía no ser el que era, su discurso parecía no ser el discurso que era (...) Habían muchas características que eran interesantes y eran las que me permitían descubrirme a mí mismo en ese acto de mirar. Todo eso que pasaba con él es lo que hizo embarcarme en la tarea de conocerlo y de filmarlo.

- La película es posible gracias al vínculo que vos lográs entablar con él. ¿A lo largo de cuántos años?

- Son más o menos ocho años. Yo no estuve los ocho años ahí, fueron períodos, dos o treces veces al año. A mí me interesaba sostener el vínculo porque el vínculo de los personajes que se ven en la pantalla es una construcción pero hay una delimitación muy clara de los rasgos que yo quise mostrar. Y por otro lado el vínculo nuestro avanzó mucho más de lo que se ve en la película y eso para mí era fundamental porque sostener los vínculos, el cinematográfico y el personal, era lo que generaba una situación tensa y amigable entre los dos que hacía que ninguno de los dos supiera bien qué era lo que estaba pasando, pero como nos queríamos mucho había una especie de confianza y afecto que permitían que las cosas avancen hacia algún lugar que es esta película.

- Son muchas las cosas que quedan picando luego de ver la pelicula. Una de ellas es de índole histórica porque uno a veces se olvida que en Argentina existen peronas como vos y existen personas que viven como Mariano, con sus distintas formas de mirar el mundo y de mirar la vida. ¿En tus horizontes estaba la idea de ver cómo hacer para que choquen esas concepciones, por un lado, y para aunarlas, por otro?

- Esa idea, que es la que atraviesa toda la película, fue la que me sostuvo todos estos años pero también fue cambiando mucho. El personaje que construyo de mí mismo, que tiene una cierta cantidad de rasgos exacerbados o bien delimitados, es el de un joven cineasta que va en busca de descubrir el mundo, de llevar esta idea de progreso o de querer que las cosas sean como a él le parecen que son. Y se encuentra con un hombre que tiene una idea distinta y a partir de ese conflicto los personajes empiezan a tener un ida y vuelta y pareciera que los roles empiezan a mutar y vos empezás a tener la sensación de que no se sabe quién está aprendiendo o quién tiene las cosas más claras. En este juego entre el campo y la ciudad, entre el progreso y la conservación, hay una idea entre las palabras que se juegan ahí. Me gusta mucho pensar en la fuerza que tiene la literalidad propia de cada palabra, las ideas simples, pero también en los sentidos que disparan cada una de esas frases simples que aparecen en la película.

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