Cerró una nueva edición de Hay otra canción

Esta nota nos quedó traspapelada. Fue escrita hace unas semanas, la noche en que finalizó una nueva edición de Hay otra Canción, que tuvo su bautismo en octubre del año pasado y que se reedito éste 2013 pero en un formato distinto; se dividieron en duplas y se presentaron en cuatro fechas distintas en el ND Ateneo: Dacal / Nacho Rodriguez, Lebrero / Alvy Singer, Grinjot / Mantel y Alfonso Barbieri / María Ezquiaga / Jimena López Chaplin. Era una lástima que no viera la luz. Por eso la dejamos a continuación con algunas fotos tomadas por Sofi Grenada.



La de hoy fue una noche distinta y mucho tuvo que ver en eso la aparición de la voz y la mirada femenina. La canción hecha y surcida por la mujer. Hay que decirlo: sin ellas nos perdíamos de algo, una energía que está en bambalinas, que ronda, que aparece coloreando melodías ajenas pero que en el ciclo no había tenido su noche estelar. Sabiondas o no de pisar un escenario que las necesitaba y pedía sus canciones, María Ezquiaga y Jimena López Chaplin ofrecieron su corazón y una apertura que fue estremecedora. Se sentaron cada una con su guitarra y empezaron a dúo. Decisión acertada. No había otra manera de empezar. ¿Cómo habría de ser sino? ¿Un concierto de Rosal primero y otro de López Chaplin con banda después? No. Cantaron canciones que compusieron juntas -con unos sencillos pero preciosos arreglos vocales-, se lucieron en sus respectivas facetas como guitarristas, se complementaron bárbaro e hicieron de un sonido al que estamos acostumbrados (el de dos guitarras) algo nuevamente encantador.
Varios momentos tuvo la noche:
- La aparición en escena de Emme, Juli Sky y Noelia Mourier para hacer un hit de Rosal: Bombón. A 5 voces. "Tu mamá debe ser pastelera / para hacer bombones como vos / sos un bombón". Altísimo momento.
- El otro -bisagra- fue la invitación a Tito Losavio e Hilda Lizarazu. Man Ray para todos nosotros. Hicieron Sola en los bares. Además de ver a una de las duplas más armónicas del rock argentino tomamos la invitación como una declaración de principios: "De acá venimos", perece que quisieron decir.
- La interpretación de I.O.A, una canción de Lucas Martí. Tanto María como Jimena formaron parte del proyecto Varias Artistas que Lucas desarrolló en conjunto con E. Kronenberg y sirve como reconocimiento en grande a uno de los más talentosos compositores de canciones de la última década.
De repente se desarmó el dúo y aparecieron las bandas. Rosal y la banda solista de Jimena, que suenan muy bien. En ese contexto puede pensarse como el reverso de la propuesta acústica pero no lo es. Porque María y Jimena en dúo suenan a maríayjimena. Ni a maría ni a Jimena. Aparece un tercera cosa que -al menos para quienes estuvimos abajo escuchando- pide a gritos un disco.

El cierre de ese primer momento, propiciado por Alfonso Barbieri (hay que decirlo y lo dijo María: "Gracias Alfonso por invitarnos". Y digo yo: "Gracias Alfonso por invitarlas y pensar que había que hacerles un lugar a esa otra canción confeccionada por mujeres”), estuvo a cargo de Rosal. Si mal no recuerdo, con una hermosísima versión de Hoy todo el hielo en la ciudad de Almendra, aunque puede fallar porque no tomé nota de nada -nunca tomo nota en los conciertos-.



Y remontando al cielo -como estábamos - llegó Alfonso Barbieri. Pensaba yo en el breve intermezzo: "¿Cómo hará para mantener la apuesta después del clima que dejaron maríayjimena?" No es sencillo llegar después de algo que dejó la vara muy arriba. Pero fue posible.
Desde hace un tiempo noto que Alfonso trae en su mochila cierto desparpajo al caminar escenario que es deudor de Charly García. Es en el primero que pienso. Musicalmente es casi obvio, no hace falta más que escuchar como abre Valses eróticos del río de la concha de tu madre. Pero en escena hay un deambular onda SNM que, con distracciones y todo, termina encontrando algo que es verdadero. No imposta nada. Eso es lo que quiero decir. Se lo nota dejándose llevar, fluyendo, sin atarse a ningún libreto. Su música sonó como no la había escuchado hace más de un año en el teatro del Viejo Mercado. O sea: mejor. Aquella vez noté la intención de querer hacer sonar las dos guitarras eléctricas + la acústica + el bajo + la batería + los brasses pero siempre algo se perdía en el camino. Aquí no, todo sonaba y la banda se lució calentando motores con un instrumental para después arremeter con uno de esos temas con destino de clásico (al menos en su discografía) : Medianoche.
Y fueron apareciendo -desprolijamente- los invitados: Axel Krieger en una destartalada versión de El buen pintor, Leo García -algo deslucido- y Lucio Mantel en Alelí, Adrián Dárgelos (descollante, da cátedra de cómo pisar el escenario, además de cantar cada vez mejor) en Amor por ti; y Pablo Grinjot, Pablo Dacal y Lisandro Aristimuño para hacer una linda versión de Instituciones (que ya lo era en la grabación que aparece en Las canciones que se me cantan).
El cierre a toda orquesta fue con todos arriba del escenario festejando y cantado. Se cerró un ciclo que sigue teniendo la misión de seguir abriendo ventanas nuevas y demostrar que esa otra canción (ésta) no tiene dirección y no tiene porque tenerla. Es como una burbuja de aquí para allá. La encontrará quien la deba encontrar. Siempre fue así ¿porqué habría de ser distinto ahora?






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