Unas lineas en caliente después del recital de Charly


Estuvimos 40 minutos haciendo la cola y entramos. Entramos como quien llega a la playa y se saca todo rápido para meterse al mar. Así entramos, apresurados, ansiosos, pero disimulando que estábamos bajo el efecto del nerviosismo.

Cancha de Vélez. Campo. Pensé en lo cerca que los jugadores tienen a las hinchadas, en lo difícil que debe ser jugar al fútbol con toda esa gente mirándote. Y estábamos ahí para ver a uno de los más observados de este país. Charly García tocaba nuevamente en Buenos Aires después de su internación del año pasado. “Tengo que volverte a ver” se llama la gira. No está mal el nombre. No es como “Me verás volver”, la de Soda. En ésta la expresión de deseo está de mi lado, yo – Maxi- soy el que tengo que volverte a ver. En la otra, el punto estaba en que parecen ser ellos los que hablan, los Soda. Vos vas a tener el privilegio de verme volver. Demasiado ego. De todas formas, no importa eso, aciertos o desaciertos de la publicidad.

Lo cierto es que lo volví a ver. Y arrancó con uno de los temas que más me gusta de García: El amor espera. Para aquellos que sentíamos que Charly estaba empezando a caer en la trampa de periodistas como Majul que quieren mostrar a través de él lo que quieren que la sociedad sea, que solo hay cielo e infierno, que un tipo que está “recuperado” es un ejemplo a seguir (porque siempre hablan de resultados, “está recuperado”, no hablan de procesos, de esfuerzos, de sacrificio. “Está bien!!” a pesar de que se lo vea tenso, que le cueste modular, que esté hinchado de tanto tomar pastillas, que camine lento…pero está bien, ahora dice que Maradona le da un poquito de pena porque le hace acordar a él en los viejos cercanos tiempos)... Decía, que para aquellos que nos daba un poquito de cosa esa situación, el hecho de que Charly haya arrancado con El amor espera fue como un volver del alma al cuerpo. La primera frase de esa canción dice: “Yo me hago el muerto para ver quién me usa, para ve quién me llora”, y después “somos como peces que están fuera del mar/ fuimos tantas veces hacia el mismo lugar/ todo el mundo quiere olvidar”. Eso es la síntesis García. Gesto de lucidez que indica que los carceleros de la humanidad no lo van a atrapar con sus redes.

Con ese sólo comienzo ya me quedé tranquilo. Qué iba a saber yo que encima iba a cantar bien y que la banda iba a estar grandiosa si yo nunca pedí que cantara como Luis Miguel. Sonando ajustadísima, la banda fue el soporte ideal para que García se preocupara sólo por lo que se tenía que preocupar: tocar piano y cantar. El ángel de Hilda Lizarazu le dio ese toque que le dieron en otra época a la música de Charly presencias como la de Fabi Cantilo, la misma Hilda o María Gabriela Epúmer, es un no se qué. Pero volviendo a Hilda, repartía dulzura a la vez que un manejo de escenario verdaderamente envidiable. Y Charly –en eso estábamos- tocó piano y cantó bien, llegando a notas a las que antes le costaba llegar, remarcando las frases a las que quería darles un sentido especial.

Y hablando de presencias: la lluvia. La lluvia como signo purificador, que viene y lava todo. En una noche en la que García viene a tocar para liberar fanstamas, la lluvia le hace un giño y limpia, y da épica a un hecho histórico de por sí para la música argentina y latinoamericana, y mucho más después de la actuación.

El momento donde la cosa se puso espesa fue cuando ingresó el Flaco Spinetta. “Mi ídolo, mi maestro”, dijo Charly. Abrazo fuerte. En la entrevista que dio en Rolling Stone hace unos meses ya había anunciado que si Spinetta leía ese reportaje, estaba invitado a tocar esa noche. Se ve que el Flaco leyó. Fue el único invitado. Qué más, cualquiera que hubiese subido antes o despúes de él hubiera quedado opacado. Porque anoche pudimos ver a los dos más grandes compositores del rock argentino. Y justo en ese momento, como si el choque de planetas arriba del escenario hubiera tenido resonancias climáticas, se desató un diluvio de película. Pero que importaba. Estábamos felices. Rezo por vos tocaron. “Morí sin morir y me abracé al dolor/ y lo dejé todo por ésta soledad”.

Cada canción pareció elegida para la ocasión. Como cuando en Llorando en el espejo dice “La línea blanca se terminó”, o cuando canta irónicamente “Hoy paso el tiempo demoliendo hoteles”, o cuando en Promesas sobre el bidet me recuerda que “Cada cual tiene un trip en el bocho/ difícil que lleguemos a ponernos de acuerdo”. Y sí, será así. En una cosa podemos estar de acuerdo. La noche de ayer fue memorable y nos fuimos felices.

En un momento –después de algunas referencias para que "pare la lluvia”- García dijo: “Este el primer concierto subacuático del mundo. Yo quería hacer música abajo del agua ¿no?”. Finalmente, para los cazadores de noticias, ahí tienen la novedad, sólo que nadie se dio cuenta. La novedad entonces estuvo en que García otra vez se salió con la suya e hizo música debajo del agua.

Comentarios

Daniel Gelabert ha dicho que…
Me gustó tu desarrollo men.Soy un veterano que vive en el ostracismo por no transar con el establishment.Definido como un despertador de conciencias por gente especilista,lame sus llagas en el olvido y el silencio.Cuando leo tipos que están en mi sintonía veo que el mundo aún puede ser mejorado,a pesar de los amigos que ya quedaron en el camino.Un gran abrazo de hermano.
Daniel Gelabert ha dicho que…
Mi mail actual :danielgelabert@speedy.com.ar